La Leyenda
de San Antonio de Cabeza
Aquel santo y piadoso varón que se
llamaba Juan Bautista Mollinedo, vio la primera luz hacia 1557 en la provincia
de Vizcaya, donde se prepara el mejor bacalao del mundo. Muy joven abandonó su
cuna familiar para trasladarse a la Nueva España, donde lejos de abrazar un
oficio relacionado con la minería o cualquier otra actividad lucrativa de la
época, decidió ingresar a un convento franciscano de Acámbaro,
Guanajuato, donde le impusieron los hábitos misioneros. Fue su vocación servir
a Dios evangelizando y bautizando a indígenas que permanecían en lugares a
muchas leguas de la civilización novo hispana, proyecto en el que además de
valor, se requería la autorización de sus superiores, quienes le otorgaron toda
la confianza.
Para que su tránsito por lugares
inhóspitos fuera más leve, Mollinedo eligió de compañero a Fray Juan de
Cárdenas; y llevando en su itacate un poco de maíz tostado, chile piquín, acaso
pinole, ponteduro o frutos silvestres, iniciaron su viaje en 1607,
recorriendo descalzos lomas empedradas, caminos espinosos, arroyos hondos,
bosques oscuros, veredas peligrosas y montañas de vegetación espesa hasta donde
llegaron a instalar las bases para las misiones de Río Verde, Pinihuan, Valle
del Maíz, Tula, Palmillas y Jaumave. En estos lugares construyeron
rudimentarias capillas prometiendo a sus superiores que los indios se
reintegrarían con ellos, “tan pronto lo mandara el Señor”.
Hombre de buena fe y muchas
virtudes, no tuvo necesidad de exterminar indios como después lo haría
Escandón. Con enorme humildad y paciencia el padre Mollinedo convivió largas
temporadas con la crema y nata de los chichimecas, pames, alaquines, mascorros,
caisanes, coyotes, machipaniguanes, chachichiles, megrios, alpañales y pizones
a quienes catequizó para el cristianismo, sin que el misionero sufriera un
rasguño, a pesar de la fama de bárbaros, salvajes y comecrudos de esa tribus.
Cuenta la historia que en 1617 el
hombre de la capucha de lana y hábitos que a los nativos les parecían exóticos,
regresó a concluir su labor evangelizadora junto con otros franciscanos de
Tula, Palmillas y Jaumave, creadas en ese orden.
Se comenta que en sus respectivos
burros, los misioneros traían las esculturas de tres santos, esculpidas por un
artista poblano, para su veneración cada uno de los sitios por los que iban
pasando. Con base a la ubicación geográfica, a Tula le correspondía San Juan
Bautista; a Palmillas Nuestra Señora de las Nieves, y a Jaumave San Antonio de
Papua. Todo iba muy bien, solo que los peregrinos decidieron hacer un
receso a la entrada de Tula para descansar un poco de la fatiga del viaje,
eligiendo un sitio conocido como El Ojo de Agua, donde también se levantaban
frondosos árboles de robusto tallo que desparramaban su sombra entre las
florecillas silvestres al pleno mediodía, presentando un escenario de candor
natural como no lo había observado el fraile desde hacía muchos años, en su
casa materna de Portugalete, Provincia de Vizcaya, España.
Cuando Mollinedo dio la orden de
reanudar el viaje y avanzar los metros que faltaban para la tierra elegida, uno
de los jumentos, precisamente el que cargaba la sagrada imagen de San Antonio,
se negó a pararse. Al principio, cuando lo vieron echado, pensaron que con unos
golpes el pollino reaccionaría para continuar la marcha, pero grande fue el
asombro al ver que el animal permanecía sumido en su actitud. Al notar que
estaba oscureciendo, los frailes se animaron a ayudarlo a pararse, pero tampoco
lograron su objetivo, llevándose la sorpresa de su vida cuando, al investigar
los motivos, descubrieron que la escultura pesaba más de lo normal que al momento
de subirla en el lomo del asno; interpretando que de acuerdo a dicho
acontecimiento sobrenatural, casi milagroso, no tenían mejor remedio que
establecer a San Antonio como patrono de Tula, cambiando a San Juan Bautista a
Jaumave.
Desde entonces las mujeres que lo
visitan en la iglesia le encienden veladoras, con la esperanza que le conceda
el milagro de casarse con su pretendiente favorito. Algunas compran estampitas
o esculturas con la imagen del Santo de los Novios y las colocan de cabeza,
porque según la leyenda es la posición recomendable para recibir el beneficio
de un buen matrimonio.
Fuente: TESIS MITOS Y LEYENDAS DE CAÑETE
ISPPSJE CAÑETE
MUY BONITO Y RELIGIOSO NOS AYUDA ANO PERDER LA FE
ResponderEliminarNos da la enseñanza que la fe nos hace grande , que siempre abra milagros para nosotros.
ResponderEliminarNos enseña que la fe lo puede todo y que con fe lo venceremos todo.
ResponderEliminarNos enseña que la fe Puede llegar hacer muchas cosas y que nunca debemos de perderla .
ResponderEliminares algo muy religioso que nos hace mantener la fe en uno mismo :) .
ResponderEliminarEsto nos da una enseñanza muy importante, porque es algo muy religioso, y tiene razón al enseñarnos que nunca hay que perder la fe.
ResponderEliminarEs una leyenda de tema religioso de mucha importancia ya que nos inculca mas acerca de la fe .
ResponderEliminarnos da un gran enseñanza para no perder la fe
ResponderEliminar